Yoga para niños
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6 de mayo de 2022

Yoga para niños

Cuando un niño asiste a su primera clase de yoga, la mayoría de las veces ocurre algo maravilloso: parece que uno se lo estuviera recordando, más que enseñando por primera vez. Como si las posturas estuviesen ya en sus memorias, los niños aman re-descubrirlas en cada clase. Las realizan con gran curiosidad, atención y receptividad, siempre riéndose por las formas que están expresando con su cuerpo.

Lo que siempre me gusta resaltar es que la práctica de yoga para niños no pretende ser ni competitiva, ni demostrativa. Es decir, no practicamos Yoga para ser mejor que nadie -solo mejor que uno mismo-. Tampoco para hacer una presentación al final del curso. Más bien, Yoga es  toda una aventura de auto-conocimiento.

Muchas veces llegan al yoga niños a quienes les diagnosticaron problemas de atención y resultan ser los más inteligentes y atentos. Esto no es porque el yoga sea bueno para los niños con problemas de atención -que también lo es-, es simplemente porque les interesa, porque tiene que ver con ellos, porque están jugando sin la angustia de que otros sean mejor o peor que ellos, juegan sin el estrés de tener que demostrar a los demás su propia valía, solo deben descubrirla para ellos mismos. Jugar: ¡NUESTROS NIÑOS TIENEN QUE JUGAR! Esta es la base de mi enseñanza. Y el Yoga es lúdico en sí mismo, ¿o es que al practicarlo no estamos “jugando” con nuestro cuerpo?

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Los beneficios de practicar yoga son innumerables. Quienes llevan tiempo practicándolo pueden comprobar en sí mismos estas bendiciones para su salud física y mental. Los niños, gracias a su práctica constante, fortalecen sus músculos, liberan tensiones, favorecen la espina dorsal y los nervios de todo el cuerpo, flexibilizan sus articulaciones, aumentan su equilibrio y concentración, corrigen la postura corporal, oxigenan sus células, desarrollan la memoria, regulan el sistema endocrino del cuerpo, mejoran su sistema inmunológico, disipan las tensiones, etc. Claro, ellos creen que solo están “jugando”.

Ahora bien, como maestra de yoga para niños, mi intención va más allá de comprobar un listado de beneficios físicos. Busco  que los niños descubran su espacio interior y se sientan a gusto en él. Les enseño cómo hacer conciencia de  su cuerpo para cuidarlo y amarlo. Quiero que aprendan a estar atentos a sus pensamientos, para que nada dentro de ellos  ocurra sin su observación y su permiso. Quiero enseñarlos a pensar, actuar y vivir desde la luz de su corazón. Mi labor es entregarles las  herramientas  de auto perfeccionamiento que yo misma he descubierto en mi práctica de yoga, tesoros que se llevarán con ellos para el resto de su vida.

Como podrán concluir, a los niños les gusta el yoga: y mucho. ¡Cómo nos hubiésemos beneficiado muchos de nosotros si nuestra niñez se hubiera nutrido de esta práctica! ¿verdad? y no estoy hablando precisamente de que seríamos más elásticos, o más delgados, más saludables o más fuertes.  Me refiero a la  postura que tendríamos frente al universo. Si hubiésemos crecido atentos a los dictados de nuestro corazón. Si desde niños respiráramos profundo en los momentos difíciles.  Si hubiésemos trabajado el placer de hallar un centro físico, mental y espiritual. Si “cepilláramos” nuestra mente a través de la meditación, con la misma naturalidad con la que cepillamos nuestros dientes. ¿Cómo sería nuestra sociedad actual si siendo niños hubiésemos descubierto este apasionante mundo del Yoga?.

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